El sentimiento navideño está muy arraigado en Estados Unidos, especialmente en su vertiente consumista.
El Día de Acción de Gracias sirve de pistoletazo de salida para el comienzo del período navideño yanki. Las tiendas se engalanan, las calles se llenan de lucecitas y la gente se arremolina en las tiendas para adquirir todo tipo de artículos (más o menos necesarios) para sí o para regalar.
Nueva York no solo no es una excepción de esto, sino que incluso es el referente americano del sentimiento navideño.
Allí, la navidad queda oficialmente inaugurada con el encendido del árbol del Rockefeller Center. La tradición de este símbolo de la Navidad se remonta a diciembre de 1931, cuando se estaba construyendo el rascacielos y unos trabajadores decidieron colocar un árbol en medio de la obra como símbolo de la esperanza en aquellos años de crisis económica.
Pero no faltan, por supuesto, frikis dispuestos a exagerar todo esto, engalanando de forma barroca sus casas, como es el caso de las casitas de Dyker Heights, en el Brooklyn más profundo.
Por eso, decidimos ir a visitar esa porción de Brooklyn tan peculiar. Para ello cogimos el metro hacia Coney Island.
El vagón se iba vaciando de blancos en cada parada en tanto que se iba llenando de afroamericanos. Y al final, apenas quedaba gente.
Los pasadizos por los que cruzábamos de una línea a otra nos recordaban a los que habíamos visto en el sur del Bronx.
Por fin llegamos a Dyker Heights y enseguida pudimos toparnos con calles totalmente iluminadas por la decoración excentricamente saturada de las casitas de esta zona. Algo muy muy curioso, sin duda. Incluso puedes tener la suerte de que algún vecino, orgulloso de su ornamentación, te invite a entrar en su casa para contemplar la decoración de su jardín interior, que es más de lo mismo, claro.
¡¡ Desde luego, las tiendas de todo a cien deben ponerse las botas vendiendo adornos en este barrio !!
